Llegaste en cuarto menguante a mi lado
y con la luna llena
me dijiste adiós.
Seguiste ese rastro de migas
de pan olvidado,
de migas de pan
que nadie siguió.
Te di un anillo
y una espina de rosa
y me regalaste tu corazón.
Juntos coleccionamos derrotas,
botellas vacías,
puestas de sol.
Dónde fue a parar
el tren que nunca cogimos.
Dónde fue a parar
el eco de aquel sonido.
Ahora quién lo dió
por perdido aquel sonido.
El humo nos llegó.
El humo nos cegó.
Picamos los cebos
de todas las trampas,
creyendo que nunca
nos irían a atrapar.
La orquesta anunció
la última danza
pero no tuvimos
fuerzas para bailar.
Y ahora me temo
que se ha hecho muy tarde,
ya nada tiene el mismo color,
se convirtió el vino en vinagre,
las uvas en pasas
y el amor en dolor.
Dónde fue a parar
el tren que nunca cogimos.
Dónde fue a parar
el eco de aquel sonido.
Ahora quién lo dió
por perdido aquel sonido.
El humo nos llegó.
El humo nos cegó.